Un grupo de voluntarias de la ONG Mujeres Supervivientes colabora semanalmente en la elaboración y entrega de comidas, que ellas mismas preparan en la Casa del Pumarejo, en el centro histórico, para los colectivos más desfavorecidos y en riesgo de exclusión social, «con independencia de su origen y sin acreditar su caso”.
“Solo ocasionalmente recibimos aportaciones del Banco de Alimentos de Sevilla y de un vecino. Hemos pedido ayuda a las administraciones públicas, pero nos han dado la espalda; La insatisfacción es grande, cuando llegamos a ofrecer comidas a 190 personas en medio de la pandemia”, dice Antonia Ávalos, presidenta de la ONG.
Sus recursos son escasos, por lo que la continuidad del proyecto social se hace cada vez más difícil. “Hubo momentos en que un vecino nos regalaba cinco gallinas; en otros casos nos dieron 50 euros para preparar una comida del día para cien personas, pero cada semana es un gran desafío”, dice Adriana Ciccaglione, voluntaria venezolana.
“El comedor siguió funcionando durante la pandemia. Entendimos que debíamos estar ahí para cooperar, aunque nos quedáramos al frente de la batalla contra el Covid-19”, dice. “Son personas como tú y yo, que se visten como cualquiera de nosotros, excepto por sus ojos débiles. Son gente del barrio: gente que está en el paro, sin techo, sin techo y, en muchos casos, víctimas de la violencia”.
El 90% de los que acuden a este comedor social son andaluces. Van pocos migrantes, enfatiza Adriana. El número de usuarios que acuden al comedor varía según las fechas. “Hemos tenido más de 150 comidas, pero el promedio es de 85 a 90 por semana. Actualmente el centro está a la espera de reabrir sus puertas, por lo que seguiremos trabajando con Tupperware”.
La entidad social reclama más apoyo económico y «espera» un centro de acogida donde poder atender a los colectivos más desfavorecidos, especialmente a las víctimas de violencia de género, «porque estamos en una casa asistida».
La ONG ha acogido con satisfacción el anuncio del Ayuntamiento de Sevilla de iniciar el proceso de licitación de la primera de las dos fases de las obras de rehabilitación del Palacio del Pumarejo, al que acompañan medio centenar de entidades y colectivos sociales en ese histórico inmueble. La ONG no teme el desalojo porque el gerente de Emvisesa, Felipe Castro, les aseguró que no se preocupen, ya que las obras se concentrarán en una parte del edificio que no interfiera con su trabajo y luego se reubicarán después de ese paso para comenzar. en el resto de la propiedad.
La ONG quiere que el edificio sea un espacio de convivencia para víctimas de la violencia, personas mayores y usos variados, desde un comedor social hasta una ludoteca.