Investigadores del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (UCO), el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC (IAS-CSIC) y el Instituto Andaluz de Producción Agraria, Pesca, Alimentación y Ecología (Ifapa) evalúan las características fisiológicas y productivas del declive y riego por privación durante una campaña en un almendro regado y pruebas con las que las medidas restrictivas pueden comprometer la durabilidad de las plantaciones, advirtiendo que la restricción total del riego por sequía pondría en peligro las plantaciones.
Según la UCO, las plantaciones establecidas en suelo productivo, con alta densidad arbórea, riego continuo y uso de fertilización ocupan 140.000 hectáreas en el país, un 326 por ciento más que en 2015, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. .. Por lo tanto, enfatizan fuertemente que «saber qué les sucedería si estallara una sequía como la de la década de 1990 es crucial para que tanto los organismos reguladores como la comunidad agrícola tomen decisiones basadas en evidencia».
En este contexto, Elías Fereres y Álvaro López forman un equipo de investigadores de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agricultura de la UCO, junto con los investigadores David Moldero, Luca Testi y Francisco Orgaz del IAS-CSIC e Ignacio Jesús. Lorite de Ifapa, tras evaluar los efectos fisiológicos y productivos de la privación de agua en la época de siembra del almendro en regadío.
La plantación experimental incluyó árboles tipo ‘Guara’ (de uso común) establecidos en 2009 en la Ifapa-Alameda del Obispo, en Córdoba. En 2017 se realizó una comparación de tres tratamientos de riego diferentes: riego total para satisfacer la evaporación máxima del cultivo -como control, ya que el riego se aplicaba a toda la plantación en años anteriores-, riego deficitario vigente. 25 por ciento del riego máximo requerido para la siembra y supresión del riego total durante toda la temporada.
En los siguientes dos años, todos los tratamientos fueron regados como control. Los impactos de los déficits hídricos impuestos en 2017 se evaluaron tanto en dicha campaña como en la de 2018 y 2019.
“Durante 2017 el estado hídrico de los árboles, en riego deficiente y en lluvias, se deterioró muy rápidamente, acompañado de deforestación parcial o total, respectivamente, pero hubo cosecha: en ambos tratamientos se recolectaron 1.400 kilogramos por hectárea, frente a los 2.200 kilos por hectárea plantados por los árboles bajo riego controlado”, explica el investigador Álvaro López, quien sugiere “que esto se explica por la importante reducción del peso unitario de los almendros por el pronunciado estrés de hidrógeno”.
Sin embargo, sugiere que “el problema vino después, cuando se comprobó que el tratamiento en el que se suprimió por completo el riego en 2017 resultó en la mortalidad del 92 por ciento de los árboles”. Además, afirma que “el único árbol que sobrevivió tuvo un efecto de tracción que hizo que su producción fuera insignificante en 2018 y cerca del 50 por ciento de control en 2019, a pesar de que se restableció el riego máximo en 2018”. En la siembra con riego deficitario al 25 por ciento no hubo diferencias significativas con el tratamiento controlado en las campañas 2018 y 2019.
SOLICITUD DE PLANES CONTINGENTES
“Este es un resultado excepcional, ya que pone de manifiesto el peligro de que las nuevas plantaciones de almendros de regadío se enfrenten a grandes cortes en el suministro de riego”, subraya el investigador David Moldero. Los resultados de este trabajo sugieren que “tanto las conferencias hidrográficas como la comunidad agrícola deberían establecer planes de contingencia para evitar la pérdida de plantaciones, lo que tendría un impacto económico catastrófico para los agricultores”. Los investigadores también sugieren que «puede ser mucho más conveniente tener una garantía de suministro en años de sequía que luchar por tener un suministro promedio mayor».
Si se junta este estudio y el que concluye que la producción de almendras se mantiene estable a pesar del riego deficiente -también publicado por este grupo- sugiere que las nuevas plantaciones de almendras pueden ser más resistentes al riego, ya que el déficit persistente se riega constantemente para satisfacer la demanda máxima. y tienen un año muy malo que conduce a daños irreversibles, como la pérdida de la plantación, o deprime la producción durante varios años.